lunes, 10 de octubre de 2011

Geriatría aplicada.



Anciano mendigando.
Desde hace un tiempo son varios los medios, que alertan sobre el envejecimiento de la población cubana. No hay que ser un estadista experto para saber que la natalidad en Cuba hace años que se mantiene en niveles peligrosamente bajos. 

Es el mismo gobierno de La Habana quien lo vocea, con cuestionable orgullo, a los cuatro vientos al compararlo con los niveles de natalidad del llamado Primer Mundo. 


Ancianas haciendo ejercicios.
Los motivos para estos bajos indices de crecimiento poblacional en las grandes economías son las altas expectativas de crecimiento y desarrollo personal de las mujeres, la cada vez más frecuente inserción de las féminas en la vida política y la economía o la simple la renuncia a la maternidad por razones puramente personales. 

En Cuba aunque los métodos anticonceptivos son gratuitos -o casi- y las mujeres tienen -salvo opiniones medicas- libertad total para interrumpir su embarazo, las razones son bien distintas. 

Parte de la gerontocracia dominante.
Altísimas tasas de desempleo, falta de confianza en el futuro, pésimo sistema de Salud, maltrecho sistema de Educación, hogares monoparentales debido a la cada vez más creciente emigración, unido a la casi inexistente Patria Potestad hacen difícil la decisión de traer un niño al mundo. 

Lo peor de todo es que el gobierno de la isla, geriátrico por definición, maneja el tema con muchísima irresponsabilidad. 

Hoy en día, no es difícil encontrar en las calles de cualquier ciudad cubana, ancianos vendiendo periódicos o bolsas plásticas o cualquier cosita que les pueda reportar lo suficiente para un bocadillo al día. 

Gran parte de esas personas de la tercera edad, que malvive ignorada por sus contemporáneos de "arriba", maldicen el haberles entregado sus mejores años a un puñado de cínicos demagogos. 

Anciano "luchando" su pan de cada día.
Pero si algo me asusta es lo que está por llegar. La generación actual se verá en serios problemas cuando quieran retirarse y no hayan suficientes manos trabajadoras que les procure un sustento digno para que disfruten de sus últimos años. 

Es una obligación del estado velar por el bienestar presente y futuro de sus ciudadanos. En Cuba las cosas no funcionan así. 

Allí solo vale culpar a EEUU y su embargo, de todo lo que no funcione. Es la obcecada postura de un gobierno, terco y prepotente, para demostrar la valía de un sistema que agoniza, desde hace años, comatoso y con respiración asistida.




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