Agradecimiento e inspiración.

En estos últimos días he estado trabajando mucho en adaptar mi nuevo blog a mi gusto y estilo. Tuve que aprender desde cero y por eso me tomé mi tiempo.

Mi pobre blog pasó por unas cuantas crisis de identidad, pero ahora que ya lo he dejado cómo me gusta, estoy dispuesto a usarlo.

Mi dilema es que, con blogs tan buenos como Alana 1962, Desarraigos Provocados o Punt de Vista, desde fuera de la isla, o Generación Y, sin Evasión o Lunes de Post-Revolución desde dentro (por solo citar algunos) me da un poco de miedo a no estar a la altura. ¿Que puedo decir yo que ellos no hayan dicho primero y mejor?

Lo tengo difícil, y lo sé, pero ellos me han inspirado y quiero, de alguna forma, devolverles la luz que me han dado. Gracias a Ana Julia Mena mi Madrina o Aguaya (autoras de los dos primero blogs citados anteriormente), puedo hablar más alto, que no es gritar.

El primer sitio que llegó a mis ojos fue el de Yoanis Sánchez y luego uno tras otro. Al cabo de unos post ya estaba en el camino. Cada palabra era como un cocuyo que llegaba a mi vida y me iluminaba. Convirtiéndome así, en parte latente de la oposición, disidencia, exilio o cómo quieran llamarle a los que nos oponemos al régimen de La Habana. En mi caso desde España.

Lo primero fue asomarme a Twitter...

¡Ay, Twitter de mis amores! ¡Contigo he vibrado de emociones!

Primero solo era un espectador. Luego me llené de valor. Y es que fue el pajarillo azul el que me dió la voz.

Recuerdo mi primer, enfrentamiento "tuit a tuit" con uno de los ciberlacayos. ¡Que placer dominar el miedo y callar esa paranoia que nos inculcan a los cubanos desde pequeños! Bastaron unos indiscutibles y razonados argumentos propios para dejarle sin otra alternativa que el insulto y el lenguaje barriobajero, tan típico de esa "tropa" asalariada y servil. Después de ese han habido muchos... ¡y los que quedan!

Como ahora no tengo la más mínima intención de volverme a callar, invito a todos los que me siguen a abrirse su propio espacio de reflexión, denuncia o testimonio.

Cada palabra que escribamos, es un barrote que le quitamos a las rejas de la prisión donde vive encerrado todo un pueblo: Cuba.