Desde pequeño he escuchado de los esbirros y lacayos del régimen de La Habana el termino "gusano" para referirse a los que no comulgaban con los sagrados preceptos de la dictadura.
Siempre ha tenido una intención malintencionada y peyorativa. Ya sabemos que el Castrismo no es dado a los buenos modales, ni al debate respetuoso.
Hoy muchos de nosotros sonreímos complacidos cuando les escuchamos gritárnoslo histéricos ya sea en las calles o desde sus cuentas de Twitter. Lo más probable es que les hayamos enfadado al denunciar sus abusos, señalar sus errores o sencillamente al contradecirles por diferencias de criterio.
La auténtica "Revolución Cubana" murió por asesinato poco después de la instauración en el poder de una tropa de hombres con ambiciones bien disimuladas. Detrás de lo que pretendía ser un cambio radical, escondían una maquinaria que en el futuro usarían para pulverizar cualquier intento de cambio.
Les lideraba ese al que ahora llamamos coma-andante. Él y su sarta de vejetes ultraconservadores, arrogantes, corruptos e impotentes son los primeros que se hacen llamar "revolucionarios". ¿?
El sistema ha demostrado con creces su incapacidad para elevar el nivel de vida de los cubanos. Pero los que están en el poder no tienen intención de cambiar, pues eso significaría su retiro y su eventual enjuiciamiento.
Cada día se suceden detenciones, palizas, abusos sicológicos y toda clase de violación de los
Derechos Humanos en Cuba.
El motivo no es otro que la petición de cambios dentro del sistema socioeconómico y legal que asfixia a la isla.
Hace más de medio siglo se exhiben en Cuba las mismas frases vacías, las mismas mentiras y la misma demagogia.
Desde esta orilla del pensamiento, somos muchos los que procuramos alejarnos de aquello que asociamos con "revolucionario". Para nosotros es doble moral, oportunismo y traición.
Lo paradójico es somos nosotros, a los que ellos llaman "gusanos" los que hacemos propuestas reales y exigimos la modernización de una sociedad que lleva mucho tiempo anclada en el pasado...
Pensando y pensando, he llegado a la conclusión de que, a estas alturas de mi vida, ¡soy revolucionario!
¡Y no solo yo!
¡Le ronca el mango!
Les (a los del gobierno) pega muy bien la frase: "se los comen los gusanos", por cochinos que son.
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